jueves, 29 de noviembre de 2007

Señales desde Marte

Miércoles 13/04/1900

Tres masas de hidrógeno ardiente se aproximan en dirección a al tierra. La superficie del planeta rojo presenta una actividad anormal.

En la medianoche de anteayer se hizo visible una nube de gas incandescente sobre el planeta Marte. Ayer, a la misma hora, se pudo observar un estallido de gas en el distante planeta, un resplandor rojizo, que desapareció un cuarto de hora más tarde. Hace seis años, Lavelle, de Java, comparó estos estallidos a “una llamarada colosal lanzada desde el planeta con al violencia súbita con que escapa el gas de pólvora de la boca de un cañón”. A su vez, el astrónomo Ogilvy, de Ottershaw, informó que unas masas de gas ardiente, casi enteramente compuesto de hidrógeno, se acercan a una enorme velocidad en dirección a la Tierra. Son tres las masas de gas ardiente, viéndose como puntitos de luz que parecen estrellas, que se van acercando, volando a una velocidad constate, hacia nuestro planeta.

Ogilvy nos recuerda que Marte se halla a cincuenta y seis millones de kilómetros y conjetura que, probablemente, esté cayendo sobre el planeta una importante lluvia de meteoritos o que, quizá, en su superficie se haya iniciado alguna gigantesca explosión volcánica. A su vez, afirma la dificultad, la improbabilidad que la evolución orgánica haya seguido el mismo camino en dos planetas vecinos. De manera que cree imposible que en el planeta rojo habiten seres que intentan comunicarse con nosotros.

Los Marcianos llegan a Woking

Viernes 27/06/1900

De un cilindro llegado desde Marte emergen dos marcianos que atacan a la población con los que parece ser un rayo calórico, un arma desconocida y mortal para la humanidad.

Ayer por la mañana, temprano, una estrella, que a simple vista parecía un meteorito, sobrevoló Winchester en dirección al este y acabó cayendo en campo abierto entre Horsell, Ottershaw y Woking. El objeto, que tenía la forma de un cilindro y un diámetro de 30 metros, se encontraba casi completamente sepultado en la arena.

Los curiosos de los pueblos de los alrededores se concentraron para ver a su nuevo vecino. El astrónomo Stent, del Observatorio Real, junto al astrónomo Ogilvy, de Ottershaw, organizaron a un grupo de obreros para descubrir su contenido, aunque estos no fueron capaces de abrir la tapa del cilindro debido a que esta no presentaba protuberancias ni asidero alguno. A medida que caía la noche se dieron cuenta que desde el interior del casco estaban desenroscando la tapa. De repente, y con un gran estruendo, cayó la tapa al suelo y apareció, con cierta lentitud i dificultad, el primer marciano. Después de lanzar un grito ronco, apareció un segundo marciano del cilindro.

Los marcianos tienen una apariencia muy diferente a la de los humanos. Sus cuerpos, que parecen grandes cabezas, son parecidos a un bulto redondeado. Su tamaño es aproximadamente el de un oso. Tienen dos grandes ojos oscuros, terriblemente penetrantes, una extraña boca en forma de uve, con un labio superior en forma de punta, y unos tentáculos, que les emergen de ambos lados de los labios, y les sirven de manos. Se mueven con mucha lentitud. Nuestros científicos han deducido que esto se debe a la diferencia entre nuestras atmósferas. La Tierra ejerce una mayor fuerza de gravedad en los cuerpos que aquella en Marte.

Al comenzar a oscurecer se inició un movimiento lento e intermitente en el pozo en que se hallaba el cilindro. De repente, se vio un resplandor de luz, y del pozo surgió una llama verde y luminosa, en tres bocanadas. Era tan brillante que el cielo y los alrededores parecieron oscurecerse momentáneamente. Esto fue seguido de un sonido silbante que gradualmente se convirtió en un zumbido agudo para acabar siendo un ruido prolongado. A su vez, emergió del pozo una estructura extraña de la que surgió un rayo de luz. Éste era un silencioso rayo de luz cegadora. A su paso, todo lo que tocaba estallaba en una blanca llama, ya fuesen pinos, matorrales o personas. Junto con el fin del zumbido, el objeto negro se hundió de nuevo en el pozo. Así murieron ayer cuarenta personas, entre las que se encontraban los astrónomos Stent y Ogilvy, que se habían aproximado para intentar comunicarse con los extraterrestres.

Durante toda la noche se oyerón martilleos y movimientos constantes dentro del pozo. Los marcianos daban la sensación de estar trabajando en algún tipo de máquina. A veces se levantaba al cielo una nubecilla verdosa.

A diferencia de los vecinos de la zona, las fuerzas militares si se dieron cuenta de las dimensiones de los sucesos, y de su gran peligro. Alrededor de las once de la noche pasó por Horsell una compañía de soldados que se desplegó por los bordes del campo comunal para formar un cordón. Un poco más tarde llego otra compañía por Chobham para ocupar el límite norte del campo. Llegaron oficiales del cuartel de Inkerman, varias compañías de soldados se desplegaron para rodear el campo comunal y, hacia las once de la noche, salieron de Aldershot un escuadrón de húsares, dos ametralladoras Maxim y unos cuatrocientos hombres del Regimiento de Cardigan.

Poco después de medianoche cayó el segundo cilindro en el camino de Chertesey.

El rayo calórico que destruye todo lo que esta a su alcance


Viernes 27/06/1900

Los marcianos poseen un rayo destructor que acaba con todo lo que entre en contacto con él. La humanidad nunca se había encontrado con una amenaza tan poderosa.

De este rayo ya se han hecho diversas conjeturas. La más aceptada es la que recuerda al funcionamiento de un faro de espejos parabólicos. Esta supone que nos encontramos delante de una máquina que puede generar un calor muy intenso en una cámara completamente aislada. Este calor es proyectado en forma de rayo paralelo por medio de un espejo parabólico, cuya composición es aún desconocida. Lo que si ha sido comprobado empíricamente es que todo aquello que sea combustible, al ser tocado por el rayo, se convierte en llamas: el plomo corre como el agua, el hierro se ablanda, el vidrio se rompe y se funde, y cuando toca el agua esta estalla en una nube de vapor.

Aquellos, pocos, que han visto el rayo calórico y viven para contarlo sabrán que va acompañado de un ruidoso zumbido. Éste cesa al mismo tiempo que el rayo.

Los Marcianos atacan sobre trípodes

Sábado 28/06/1900

Los marcianos causan el caos entre la multitud con su nuevo máquina: un trípode de trinta metros de altura que abanza con gran velocidad.

Mientras del pozo seguían saliendo nubes de humo y oyéndose repicares de martillos, alrededor de las tres de la tarde también se empezaron a oír las detonaciones de un cañón que se encontraba entre Chertsey y Addlestone. Las fuerzas armadas decidieron bombardear la zona en la que se encontraba el segundo cilindro con el objetivo de destruirlo antes de que éste se abriese. Más tarde, los marcianos comenzaron a incendiar todo lo que había al alcance de su rayo calórico. El repiqueteo de las ametralladoras era constante. De repente, y tan rápido como había empezado, todo ruido se detuvo para ser substituido por los rugidos y los destellos de una tormenta de truenos y rayos. Entonces, el cielo se iluminó con un destello de fuego verdoso: El tercer cilindro llego a la Tierra.

De entre los destellos apareció una monstruosa máquina de tres patas que avanzaba balanceándose: un trípode. Estos miden unos treinta metros, están formados de un metal reluciente del que cuelgan unos largos tentáculos flexibles que parecen ser de acero. En la parte superior tienen un capuchón, de color bronce, que parece ser un ojo, una cabeza que se mueve incesantemente de un lado para otro como si no quisiera dejar de mirar a su alrededor. Detrás del cuerpo principal cuelga una enorme estructura de un metal blanco que recuerda a los canastos de un pescador. De entre las uniones de los miembros que componen la colosal máquina sale un humo verdoso con cada movimiento que ejecuta. Después apareció otro trípode. Éste sostenía en uno de sus tentáculos un aparato del que salían destellos verdosos y que proyectaba el rayo calórico. Su rapidez es increíble. Parecen poder avanzar unos cien metros en pocos segundos. Y se comunican mediante unos aullidos ensordecedores, parecidos a algo como: ¡Alú! ¡Alú!

Ayer la zona empezaba a ofrecer la viva imagen del caos. Donde pocas horas atrás ardían los matorrales, y las plantas, ahora sólo salían columnas de humo. En una noche, la valle se redujo a cenizas. En los rieles cercanos a los hogares de Maybury, un tren había volcado. La parte anterior estaba destrozada y era presa de las llamas mientras que los vagones traseros continuaban aún sobre las vías. Las personas, que empezaban a darse cuenta de los nuevos peligros que las acechaban, se estaban ocultas en zanjas, sotanos… Todos los supervivientes se trasladaron a Woking y Send.

Los militares y los marcianos se organizan

Domingo 29/06/1900

Las tropas del país unen su fuerzas para combatir el peligro que representan los extraterrestres mientras que ellos reunen todas sus pertenencias en un mismo pozo.

Las autoridades navales y militares, conocedoras del terrible poder que poseen los nuevos inquilinos de la Tierra, que parecen recibir refuerzos cada veinticuatro horas, están trabajando con la máxima eficacia posible para poder hacer frente a éste peligro, quizá el mayor peligro con el que se haya topado jamás la humanidad. Para ello, a cada minuto se instalan nuevos cañones, que se distribuyen por todas partes: detrás de setos, casas, lomas… Hacía el lado de Londres, alrededor de Richmond y Kinston, se están clavando trincheras y formando terraplenes que sirvan de parapeto a los cañones y a las tropas. En Byfleet hay seis cañones, de doce libras cada uno, situados a igual distancia uno de otro, apuntando hacia Woking.

Ayer, en Chertsey, detuvo el tránsito de trenes ordinarios para dar paso a las tropas y a los cañones. La organización de las tropas no se veía, ni se ve hoy, reflejada en la población. En Byfleet reinaba el mayor desorden, como lo hacía en Chertsey, donde, horas más tarde de que pasarán las tropas, salieron unos pocos trenes especiales donde se originaron verdaderas batallas; la gente hacía lo imposible para conseguir subirse a ellos. Mientras tanto, las patrullas de granaderos vestidos de blanco intentaban tranquilizar a la multitud y les advertían que abandonaran el pueblo o se refugiaran en sus sótanos tan pronto como comenzarán los disparos.

En esos momentos, en Shepperton Lock, donde se unen el Wey y el Támesis, se concentraban ayer una caótica multitud de fugitivos cuya huida aún no se había convertido en pánico. De repente, la multitud que se hallaba a orillas del agua quedo paralizada de terror al ver a cinco trípodes aparecer de la nada. Los monstruos extraterrestres no prestaron demasiada atención al temor de la población y se dirigieron a las baterías que les estaban atacando. El capuchón se dirigía hacia ellas y, mientras avanzaba, ponían en funcionamiento lo que parecía ser el rayo calórico. Uno de los cinco fue derribado al estallarle en su capuchón una granada. Con este suceso, los cuatro se volvieron hacia su compañero caído y acabaron cargándolo entre todos y llevándoselo. Mientras tanto, el desorden reinaba entre la población. Se oía un gran cúmulo de ruidos: el metálico de los marcianos, el estruendo producido por las casas al desmoronarse, el golpe de los árboles al caer en tierra, el crujir de las llamas…

Los gigantescos extraterrestres se pasaron la tarde yendo y viniendo de un lado para otro trasladando sus posesiones de los pozos creados por el segundo y el tercer cilindro al caer en la tierra, que se encontraban en Addlestone y en Pyrford, para llevarlos al primer pozo en Horsell, donde un centinela no dejaba de vigilar.

Los trípodes apresan a las personas


Martes 01/07/1900

El mayor temor pasa de ser el rayo calórico para convertirse en el miedo a ser capturado.

El pueblo de Richmond estaba ardiendo. Por allí se encontraban dos de los trípodes gigantescos, uno estaba en Kew y el otro se dirigía en dirección a Kew Lodge, mientras perseguía a cinco personas que corrían a través del campo atemorizadas. Cuando el trípode las alcanzaba, las apresaba con uno de sus tentáculos y las arrojaba dentro de su caja metálica, que se encuentra en su parte posterior, y recuerda a las canastas usadas por los pescadores.

Quince días con los hombre de Marte


Miércoles 16/07/1900

Los marcianos: Seres que no se comunican verbalmente, que no duermen, que no comen, que no se visten… calramente, seres muy distintos a nosotros.

En mi desesperada huida del alcance de los marcianos, como todos los demás ciudadanos, me refugié en una casa, para entonces abandonada, de Halliford. Esa misma noche cayó justo encima de la casa vecina el quinto cilindro. Eso ocurrió hace quince días, y hasta hoy me he encontrado atrapado entre la cocina y la despensa de ésta primera casa. Durante ésta exasperada situación, he tenido la oportunidad, si más no, de aprender mucho sobre estos seres tan distintos a nosotros. He presenciado cosas que hubiese preferido conocer leyendo este diario.

Del quinto cilindro salió un extraordinario mecanismo reluciente cuyo objetivo era trabajar en la excavación. Su estructura recordaba a la de una araña. Estaba dotado de cinco patas articuladas, de gran agilidad, y de un importante número de palancas, barras y tentáculos, que efectuaban movimientos rápidos y complejos, sorprendentemente bien coordinados. Además de éste, también había un pequeño mecanismo excavador que era dirigido por los marcianos. Su maquinaria presenta, a su vez, un complicado sistema de partes deslizantes que se mueven sobre pequeños cojinetes de fricción perfectamente curvados. Las palancas largas son movidas, generalmente, por una especie de musculatura formada por discos dentro de una funda elástica, éstos quedan polarizados de manera que se atraen con una gran fuerza al ser tocados por una corriente eléctrica.

Los marcianos tienen enormes cuerpos redondos, que quizá hasta podría considerárseles como grandes cabezas, de un metro veinte de diámetro, dotados de unos grandes ojos oscuros, una boca carnosa que recuerda a un pico, y, en la parte posterior de la cabeza, lo que podríamos considerar la nuca, tienen una especie de superficie tirante que podría deducirse como el tímpano. Alrededor de la boca encontramos 16 finos tentáculos, que están dispuestos en montones de ocho, y podrían considerarse como sus manos; Ya que se necesitan de ellos para llevar a cabo cualquier activiadad. Parecían hacer un esfuerzo para levantarse sobre sus manos, pero, obviamente, con su peso aumentado, debido a la mayor gravedad de la Tierra, esto les resultaba imposible. Probablemente, en Marte se ayuden de sus “manos” para trasladarse.

También me sorprendió descubrir que no dormían nunca. Quizá esto sea debido a que no tienen un gran sistema de musculatura, de manera que no necesitan descansar para recuperarse de las fatigas. Cuando hacían cualquier trabajo en grupo, por complicado que éste pareciese a mis ojos incapaces de comprender, lo hacían sin cambiar un solo sonido. Deduzco que lo hacían sin necesidad de medios físicos, quizá telepáticamente. Es más, sus característicos gritos ululantes generalmente precedían al momento en que se alimentaban, de manera que podía deducirse que este sonido era el resultado de la expiración de aire preparatorio para poder alimentarse. Un día descubrí de donde sacaban el alimento. Oí voces humanas cerca de los marcianos, mejor dicho, gritos desesperados. Vi como los extraterrestres sacaban un hombre de su caja-cesta-de-pescador y de repente no se oían más gritos. Los extraterrestres venidos de Marte tampoco llevan ningún tipo de ropa, y parecían ser menos sensibles que los humanos a las fluctuaciones de temperatura y de presión.